Esto fue lo que sucedió y lo que no sucedió esa tarde.

Vecinos de Manzanares el Real y voluntarios de RedMontañas han realizado durante tres lunes consecutivos de julio tareas de cuidado y renaturalización del Río Manzanares a su paso por La Pedriza. A la tercera de estas tardes de «Lunes en el Río» invitaron a la Consejera y al Viceconsejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid, al Director General de Medio Natural, al Director del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, al Alcalde y Concejal de Medio Ambiente de Manzanares el Real, al Jefe del Operativo del Cuerpo de Agentes Forestales, al Comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Tajo y al responsable para el SEPRONA de Madrid. Esto fue lo que sucedió y lo que no sucedió esa tarde.

Una tarde cualquiera en La Pedriza

Un día cualquiera de verano. Hace calor y atardece cerca del río.

Escenario: el río Manzanares a su paso por La Pedriza. Un entorno geológico, naturalístico y visual mil veces expresado como único en el mundo. El corazón de agua y piedra de un paisaje de configuraciones y calidades magníficas, elogiado por intelectuales, artistas, viajeros y científicos. Un paisaje soñado y vivido durante generaciones como extraordinario marco para la contemplación, el estudio de sus prodigios, el recorrido admirativo de sus rincones, la aventura de la mente, los deleites del alma.

Toma 1: Un flujo continuo de coches acecha los aparcamientos próximos en busca de un hueco, ventanas abiertas y música a todo trapo. Un ir y venir de gente se mueve entre los coches y el río, sumándose a las hordas de bañistas que despliegan toallas, sillas, mesas, neveras y bolsas de plástico por las orillas. Gritos, ruido y música hacen olvidar los sonidos del río. Docenas de diques de ingeniería casera compartimentan en minúsculas charcas estancadas las que debieran ser aguas libres, rápidas y oxigenadas del curso alto de un río que acaba de formarse entre montañas. A lo largo de kilómetros de orillas del Manzanares, entre la vegetación, la visión asquerosa de basuras y papelitos, muchos acompañando a excrementos de personas que no se han dignado alejarse algunos cientos de metros y camuflar sus creaciones. Entretanto, quizás nadie levanta la vista para contemplar el cielo y el paisaje.

Toma 2: Un Seat León ocupado por una pareja que ríe histéricamente desciende el pequeño tramo de asfalto que lleva al parking inferior de Cantocochino. Baja a toda velocidad, haciendo sonar el claxon, a punto de arrollar a las diez o doce personas que le esquivan como pueden. Próximo al fondo del parking, el conductor hace un trompo aparatoso en medio de una nube de polvo, acelera con saña y desaparece por donde ha venido. Las diez o doce personas se quedan con ganas de rajarle las cuatro ruedas y reventarle las seis lunas, y quizás la boca. Un minuto después, un agente forestal llega tranquilamente en su todoterreno. Algunas de las personas que casi han sido atropelladas le solicitan que llame por la emisora a los guardas de seguridad de la barrera de la entrada para que, al menos, tomen la matrícula del Seat León a fin de poder denunciarle a la Guardia Civil. Sin bajarse del coche, el agente forestal aduce que no puede comunicarse con la barrera porque los canales no coinciden. Tampoco hay cobertura para llamar por el móvil. Si el agente forestal ha mentido, sería lamentable. Pero si no ha mentido y la excusa es cierta, resulta más lamentable y preocupante todavía.

Estas pequeñas escenas y detalles de la película diaria en un Espacio Protegido llamado La Pedriza hubieran podido ser contempladas en directo por algunos de sus responsables parciales, si hubieran acudido a la invitación del grupo de vecinos de Manzanares el Real que les convocó para ello. La Consejera, el Director General de Medio Ambiente, el alcalde del pueblo y el responsable de los Agentes Forestales se excusaron por no poder acudir. Los demás invitados (el Viceconsejero, el concejal de Medio Ambiente, el Director del Parque, los responsables del SEPRONA y de la Confederación Hidrográfica) ni siquiera contestaron.

Como estas personas no acudieron esa tarde cualquiera de verano al llamamiento de estos vecinos de Manzanares el Real que día a día y a lo largo de todo el año caminan, escalan, corren, observan, estudian, contemplan o cuidan estos parajes, y que por ello conocen a fondo sus luces y sus sombras, tampoco pudieron oír los relatos sobre los centenares de coches que hacen cola horas y horas, los días de fiesta, ante la barrera de entrada, con el motor en marcha y el aire acondicionado encendido, esperando que llegue su turno en el goteo de coche- que- sale- coche- que- entra, mientras el autobús lanzadera sube y baja medio vacío. Tampoco se apercibieron de la pavorosa cantidad de colillas tiradas en las cunetas desde las ventanillas de los coches por los visitantes de este Espacio Protegido. Ni conocieron que la única sabina del Hueco de San Blas ha muerto bajo el maltrato de motosierras y maquinarias manejadas por personas no preparadas y no supervisadas por un responsable competente. O que el peligrosamente recortado dispositivo contra incendios forestales no garantizaría que un eventual incendio en La Pedriza no termine en una descomunal desgracia que nos haga a todos más tristes y más pobres, en materia y en espíritu.

Pero sobre todo: como estas personas, responsables parciales de todas estas sombras, no acudieron a su cita, no pudieron aprovechar para razonar conjuntamente que la causa final de todos estos despropósitos y muchos más, es la monumental descoordinación de criterios, medios y recursos para gestionar bien un espacio protegido. Así que tampoco se avanzó ni una micra en el camino hacia la solución. En el escenario de descalabro económico que nos embarga, el problema es aún más embarazoso e injustificable, porque trabajar eficientemente y bien siempre sale más barato que descoordinadamente y mal.

Así es que los vecinos indignados y alarmados de Manzanares puede que sigamos desmontando diques, explicando razones y sacando basura. De este Parque Regional de la Cuenca Alta de Manzanares que pronto será, dicen, un flamante Parque Nacional. Entretanto, seguiremos viendo la manera de que todas las personas parcialmente responsables de dar solución a los problemas se sienten juntas a trabajar. Y entretanto, lamentablemente, seguiremos preguntándonos: «¿Espacio protegido? … ¿cómo, cuánto, de qué, por quién?»

Rosa F. Arroyo
En nombre de Asamblea Pedriza y Equipo RedMontañas
Manzanares el Real, 17 julio de 2012

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